Una hoja de lechuga para el almuerzo y una fruta en la comida. Estas son las imágenes que, a la vez, ilusionan y hacen temer a quienes deciden bajar de peso. Qué hay que tener en cuenta antes de comenzar un régimen y qué peligros encierran algunas dietas.
Comer bien y sano y ver que las agujas de la balanza se mantienen estables, debe ser uno de los sueños más recurrentes de la humanidad. Y, cuando el calor arremete, la urgencia por perder mágicamente la grasa acumulada durante el invierno puede ser el paso previo a sumergirse en dietas que desestabilizan el organismo y crean problemas que exceden al terreno de lo físico.
“Para que una dieta sea seria, debe incluir todos los grupos de alimentos (salvo azúcares simples y cuerpos grasos) y estos alimentos deben poder mezclarse entre sí. Otro punto es que esté hecha por un especialista en nutrición, y por último: ninguna dieta seria hace perder más de dos kilos por semana, en promedio”, explica Cecilia O’Connor, nutricionista.
Sol Russi, licenciada en nutrición, completa: “Un buen plan de alimentación debe cubrir nuestros requerimientos diarios de nutrientes y mantenernos saludables, a partir de nuestro sexo, edad, altura, actividad física, y hábitos. Hay que adoptar una dieta personalizada que incorpore todos los grupos de alimentos (cereales, carnes, frutas y verduras y lácteos) de la pirámide nutricional”.
Antes de comenzar un régimen, lo ideal es consultar con un especialista para no caer en las dietas “milagrosas”, que por lo general hacen perder más la constancia y la voluntad de iniciar un buen hábito alimenticio, que esos kilos tan odiados, ya que al poco tiempo se recuperan y a veces, incluso, se superan.
“La función del profesional no es sólo indicar una dieta, sino educar al paciente para que aprenda a elegir los alimentos más convenientes. De esa manera, una vez lograda la meta deseada, el paciente podrá mantenerse sabiendo cuáles son los alimentos permitidos y por qué”, afirma O´Connor.
Otro factor indispensable a la hora de la largada: “Es fundamental acompañar el plan con ejercicio. También es importante comer muchas veces en el día porque evitamos los atracones nocturnos que intentan calmar el hambre acumulado”. Por último, Russi pronuncia las palabras mágicas: “Darse un placer con frecuencia semanal no está mal”.
Dietas Masivas
Las dietas milagrosas no existen. Antes de empezar un régimen, lo mejor es consultar con un especialista. La falta de ciertos nutrientes en un plan alimentario puede traer consecuencias irreversibles a una edad madura.
La herencia del invierno suma en la balanza y ajusta en la cintura y en la cola. Desde la tapa de cualquier revista, una chica de 45 kilos sonríe feliz, y el título promete: «La dieta del verano, para bajar 10 kilos en 15 días». Compramos la revista y empezamos la dieta.
“El peligro de estas dietas es que no aportan la suficiente cantidad de nutrientes y muchas de las deficiencias que provocan se manifiestan luego de mucho tiempo. Mucha gente cree sentirse bien por la pérdida acelerada de peso, desconociendo que ese déficit de hoy (por ejemplo, de calcio) es el que produce una enfermedad en la edad adulta, como la osteoporosis”, explica la nutricionista Cecilia O’Connor.
“Las dietas masivas (de la luna, antidieta, dieta scardale, entre tantas) tienen como objetivo una restricción calórica tal, que producen descensos bruscos de peso en un corto plazo, lo cual es perjudicial para la salud. Además carecen de nutrientes como vitaminas, minerales, proteínas que son fundamentales para llevar adelante una vida normal”, puntualiza la licenciada en nutrición Sol Russi.
“Por esta razón, muchas chicas que siguen estas dietas luego de un tiempo sufren amenorrea (retiro del período menstrual) u otras alteraciones fisiológicas que dejan secuelas de por vida”, advierte Russi.
Otro enemigo a la hora de ajustarse el bikini, es el sedentarismo: La inactividad física de diez meses, no puede contra los 500 abdominales y los 250 minutos de step que intentan meterse en un bimestre. Casi tan perjudicial como los regímenes masivos son las horas acumuladas de gimnasia extrema con un cuerpo mal alimentado.
La furia de los gimnasios repletos, y las góndolas de los productos diet semivacías, serán, como cada año al asomar el verano, fotografías de una sociedad en la que la buena imagen empieza a conformarse desde la delgadez. Sin embargo, no sólo se trata de verse, sino de sentirse bien con uno mismo y darle al cuerpo lo que se merece.